El paracaidista

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Es una tarde soleada de primavera en una estancia de la pampa Argentina. Hay una leve brisa, el entorno se ve muy verde y se escucha definido el canto de una calandria. Dos mujeres toman mates en una mesita de jardín, debajo de un ciprés, y nadie más está en la vieja casa de altos techos a dos aguas. Alguien se anuncia golpeando las manos, como se acostumbra por allí. Los perros torean, pero se calman cuando una de las mujeres, la más joven, sale hasta al borde de la verja que delimita el campo agreste del pedacito de tierra más domesticado que hace de jardín. El hombre se presenta de manera singular, dice que es paracaidista y que junto a otros tres va a lanzarse sobre una pradera de trigo que señala con la mano. La muchacha le dice que no puede confirmarle ese permiso, pues su padre no está en el campo, al tiempo que pregunta por su procedencia de manera amigable pero directa: ¿Es usted de por aquí?. El hombre contesta que sí y da todas sus señas y credenciales; hijo de, hermano de… hasta que resulta ser primo de una muchacha con la que nuestra joven mujer recuerda fue a la escuela. Pero el hombre remata: sólo venía para avisarle que vamos a caer en el trigal, es lo suficientemente grande y no le haremos ningún daño. La muchacha se alarma y sorprendida le cuestiona si es inevitable que se lancen allí. El hombre asiente y se marcha. La muchacha vuelve a la mesita, debajo del ciprés, donde la otra mujer la esperaba. Es su hermana mayor y ha pasado más tiempo que ella en el campo, porque no fue a estudiar a la ciudad. Le pregunta quién era. La muchacha dice, es un hombre que dice va a lanzarse en paracaídas, junto a otros tres paracaidistas, para caer justo en el trigal que está aquí. Apenas acabó de decirlo le resultó muy extraño. ¿Cómo te dijo que se llamaba?, le preguntó su hermana mayor. Me dijo que se llamaba Eusebio Loza. Ahh, Eusebio, está loco, inventa cosas. ¿No te diste cuenta?. No. Hace rato que anda por el pueblo con todo tipo de historias, la mayoría de ellas relacionadas con lanzarse desde algún sitio. Lo intentó la semana pasada desde el puente del río, pero por suerte pudieron detenerlo. Un poco después, el zumbido creciente de una avioneta, y las dos miraron hacia la pradera.

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