Sueño al mango

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Cuando la mañana tropical levantaba temperatura me sentí llamado hacia la arboleda que se veía más densa y sombreada. De pronto el suelo comenzó a estar repleto de mangos anaranjados, amarillos y rojos, algunos maduros, muchos rotos y descompuestos, otros verdes, cada tanto uno listo para comer. Incluso algunos cayeron justo cerca de mí desde lo alto de las ramas. Quería llevármelos a todos, pero no podía sostener más de tres o cuatro con mis manos. No tenía cómo transportarlos, ni siquiera una remera para improvisar una bolsa. Olía dulce como un sueño, pero yo estaba justo ahí debajo de los árboles de mango.

Esta entrada se publicó originalmente en Microdosis de Ficción

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