Cuando entran las lluvias a San José una luz blanquecina, lechosa e irascible se filtra por las nubes bajas y nos enceguece cada mañana. El aire se hace denso y la vida lenta o eso es lo que parece suceder. A la tarde oscurece y vuelven los aguaceros, lluvias y lloviznas persistentes que se alternan, se repiten, se mezclan, se definen y redefinen en una continuidad de ver el agua caer. Cuando para, eso sí, un silencio dominical acontece, otro amanecer bajo las nubes blancas.