Para mí el miedo empezó a manifestarse con la lectura, donde me refugié. Esta fue su primera y más prolongada versión. Me acuerdo justamente cómo y cuándo fue. Tenía 14 años, era verano, la siesta, vivía en el campo, no había mucho qué hacer, ni dónde ir en el calor exagerado de la planicie suramericana, donde tenía que crecer.
Así fue como abrí el primer libro, Cuentos de amor, locura y de muerte, de Horacio Quiroga, y quedé como pegado sobre un sofá de la sala, bajo las altas temperaturas de aquellas siestas, leyendo sin parar un cuento tras otro. Quedé un poco sentado en ese sillón durante los próximos 15 años, mientras terminaba la secundaria y estudiaba periodismo, justamente influido por los libros detrás de los que me había ocultado.
Por el miedo, aún desconocido de formar una familia, fui un adolescente leído y estudiante de comunicación.
El texto completo publicado en Goodfood, Costa Rica.