La niña de la piscina

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El primer verano, en las tardes calurosas, cuando era una bebé recién nacida, sus papás comenzaron a llevarla a la piscina a remojarle los piecitos. El verano siguiente, aprendió a flotar casi al mismo tiempo que a caminar, algo que a todos en la familia les pareció increíble. Después de ese acontecimiento, pasó muchos veranos en la piscina, siempre sola, porque era peligroso invitar a las amigas. A los 12 logró sumergirse hasta el fondo de la parte honda; era una piscina de las de antes, con parte baja y parte honda; rescataba piedritas, collares, monedas y otros objetos pequeños que se hundían. Durante su vida, siguió nadando donde la encontrara el buen tiempo y un volumen de agua suficiente para hacerlo. Muchos años después, de visita en la casa de sus padres, salió al patio y caminó hasta el fondo donde estaba la piscina que habían mantenido intacta aunque ya nadie la usara. Era uno de esos días nublados que vienen a anunciar el final de un verano. Se vio reflejada en el agua. Seguía siendo una niña.

Este microcuento se publicó originalmente en Microdosis de Ficción.
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